Después de una semana ajetreada, con las revisiones más atípicas que se recuerdan en la Facultad de Sociología, retomo mi búsqueda de trabajo.
Ya soy oficialmente un demandante de empleo más, con mi correspondiente tarjeta del INEM y mi perfil en los portales de empleo, con currículos en una carpeta y una lista de cosas que tengo que hacer. Uno más de los 4 millones de desempleados que no reciben ayuda o prestación alguna, frente a los solo dos millones y medio a los que se les reconoce algún derecho.
Pero ya hablaré de la búsqueda de empleo en los posts siguientes, hoy voy a hablar de de la última conferencia a la que he asistido en la ciudad: Albert Rivera Díaz en el Sporting Club Casino. Tan extraña como interesante.
El líder de Ciutadans nos visitó la noche del día 27 (por la mañana había estado en Vigo) y lo hizo invitado por Carlos Marcos y Unión Coruñesa. La sala noble del Casino estaba a reventar cuando llegamos, en el primer vistazo encontramos a caras conocidas de UPyD, SCD o incluso a Paco Vázquez sentado en primera fila.
Juan José Medín Guyatt, Presidente del club, sirvió de maestro de ceremonias. Habló de reflexión y enriquecimiento de la conciencia democrática y ofreció la sede social a cualquier persona comprometida con asuntos sociales. Bueno saberlo, aunque muchos podrían sentirse desubicados utilizando ese foro. Pero vamos a lo que nos llevó hasta la conferencia, escuchar el discurso que consiguió los nueve escaños en las pasadas elecciones al Parlament.
El abogado catalán, e invitado de honor, dio un discurso reivindicativo del espíritu de la Transición, la Constitución de Cádiz y la reforma política. Supo conectar con el auditorio apelando a valores comunes y amplios en apariencia, gran parte del diagnóstico del 15-M sobre la situación política actual y la democracia estaba contenido en las frases de los primeros minutos.
Después llegó el momento de apelar a la reconstrucción y la valentía: de exhortar a la construcción de “una voz que mire a los ojos del pueblo”, de los “no hay nada imposible” y los “la fuerza más poderosa es la de las ideas a las que les ha llegado su tiempo”. La magia se acabó cuando comenzó a hablar de programa e ideas propias.
La cuestión de la independencia de Cataluña no interesó demasiado a los presentes y se oyó más de murmullo. La reivindicación constante de España tampoco emocionó y ni una sola medida concreta e innovadora salió de los labios del político. Cuando llegó el turno de las preguntas tampoco supo dar respuesta a cómo solucionar el problema de desempleo, aunque sí dejó patente que no conoce las cifras, ya que habló de cuatro millones y medio de prestaciones por desempleo y como expliqué al principio de este post, la realidad es muy diferente.
Coruña Crítica 